La responsabilidad de las empresas españolas en el exterior

25.08.2011 | Contratapa

En este artículo publicado por Europa Press, la directora de Responsabilidad Social Empresaria de la Fundación Carolina, Isabel Roser, aborda la RSE desde la perspectiva de las empresas españolas en el mundo. La apertura al exterior y la internacionalización empresarial, con un gran despliegue inversor de sesgo latinoamericano, conlleva también una importante responsabilidad, dice Roser. Impactos (positivos y negativos) económicos, sociales y medioambientales de importante calado en toda la región (mejora de la calidad, modernización de los productos y servicios, "bancarización") y que además presentan una particularidades de especial sensibilidad social al estar concentradas sus actividades en sectores con fuerte incidencia "ciudadana", al prestar en muchos casos servicios básicos a la comunidad: financieros, energéticos, telecomunicaciones, agua y que en muchas ocasiones proceden de privatizaciones, y que además están sometidos a intervenciones públicas y regulaciones estatales.


 

Desde principios de los años 90 asistimos a un "hito" que marcará un antes y un después en la historia contemporánea de España: la apertura al exterior y la internacionalización empresarial, con un gran despliegue inversor que ha sido contemplado y destacado por su rapidez y por las posiciones alcanzadas con el mismo. En menos de una década pasamos de ser un receptor neto de inversiones, con amenazas constantes de absorción "hostil" de nuestras empresas más "punteras", operando en un mercado altamente competitivo y evolucionado como el europeo, a un inversor muy proactivo.
Y esa internacionalización tuvo en una primera etapa, un marcado carácter latinoamericano (alcanzándose la cifra record del 63% de la inversión extranjera empresarial española en la región latinoamericana en el año 99) que ha condicionado en gran medida el planteamiento de las estrategias de RSE de las multinacionales españolas, ya que gracias a ese gran esfuerzo inicial, las empresas españolas tienen una presencia casi "desproporcionada" (en términos positivos y con respecto al tamaño de nuestros país y sus recursos y en comparación con los competidores más cercanos).
Actualmente España es el segundo inversor mundial en Latinoamérica por detrás de EEUU, y es el primero de la UE, y a pesar de que el contexto en la región ha variado mucho desde los 90 (en términos socio políticos y económicos con graves crisis de por medio), la vocación de las empresas siempre ha sido de permanencia. Y es que es difícil resistirse a un "mercado natural" que proporciona una ventaja competitiva sin parangón, por el idioma y los vínculos histórico culturales que supone un mercado "potencial" muy próximo de unos 500 millones de habitantes.
Con estas cifras y antecedentes es fácil comprender y por tanto no discutir, que las empresas españolas tienen una incidencia muy importante en el desarrollo y producen impactos (positivos y negativos) económicos, sociales y medioambientales de importante calado en toda la región (mejora de la calidad, modernización de los productos y servicios, "bancarización") y que además presentan una particularidades de especial sensibilidad social al estar concentradas sus actividades en sectores con fuerte incidencia "ciudadana", al prestar en muchos casos servicios básicos a la comunidad: financieros, energéticos, telecomunicaciones, agua y que en muchas ocasiones proceden de privatizaciones, y que además están sometidos a intervenciones públicas y regulaciones estatales.
Pero por estas mismas razones a veces va acompañado su devenir en la zona de un cierto halo de "Nuevos Colonizadores"2 y que las hace más vulnerables al cuestionamiento de sus actividades ya que como escuché recientemente en Argentina "España siempre se ha llevado históricamente lo mejor de Latinoamérica" (Conquista, Emigración Española Retornada y ahora con los retornos de la internacionalización de las empresas españolas, principalmente en América Latina).
Todo ello hace plantear que más que nunca la RSE de las Empresas Españolas, tiene un papel muy estratégico y de gran potencial que jugar en la región.
Por una parte, para que se involucren en el desarrollo de los países donde se opera ya que casi todos los países presentan unos índices de desarrollo y desigualdad muy preocupantes, sobretodo en contraste con el buen comportamiento generalizado de las magnitudes macroeconómicas en los últimos años que no se traslada a mejoras en los ciudadanos de la región o como dice D. Enrique V. Iglesias- Secretario General Iberoamericano- "los ciudadanos de América Latina no sienten que su prosperidad esté unida a la prosperidad de las empresas".
Por otra parte, por el planteamiento de diálogo con las partes interesadas para la toma de decisiones que internalicen los impactos negativos y potencien los positivos, a fin de demostrar que las empresas españolas "ESTÁN en la Sociedad" donde operan, y no son ajenas a sus efectos y capacidades. La Legitimidad Social y la Coherencia Ética entre acciones y Mensajes globales y locales, es la clave estratégica para la permanencia efectiva. Ya no solo importan los resultados económicos, sino "todos los medios" con los que se consiguen, tanto presentes y como subyacentes.
La RSE entendida como una nueva forma de plantear los negocios y una nueva forma de relación empresa - sociedad, más participativa puede jugar un papel de facilitador y acelerador de la necesaria inflexión que precisan las economías de la región.
Las empresas españolas deben reconvertir las debilidades, desalientos, vulnerabilidades  en fortalezas (las rivalidades en complicidades) y deben integrar en sus objetivos de progreso en la zona, los marcos de referencia para el desarrollo del continente, e ir así en consonancia con las demandas y necesidades, para superar los históricos clichés de "reconquistadores". Se deben explorar nuevas fórmulas de relación empresa y sociedad, y ser creativos para dar credibilidad a los compromisos (mejoras de productividad de las cadenas de valor, empleo de calidad, capacitación, preservación del medio ambiente y apuesta por nuevos nichos de mercado basados en modelos sostenibles - compensación de emisiones, biocombustibles - medidas anticorrupción, evaluaciones por grupos de interés, estrategias de acción y comunicación sectorial).
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, extrapolados en cada país y en cada sector, son excelentes marcos, e instrumentos como las Alianzas Público Privadas6 son mecanismos que ofrecen un potencial de posibilidades de gran capacidad de cambio. Por esta razón desde la Fundación Carolina celebraremos el 20 y 21 de septiembre la II Conferencia Internacional de RSE, centrada sobre las Alianzas Público Privadas para el Desarrollo.
Es muy importante comprender y hacer comprender que la filantropía, con la que se asimila en muchas ocasiones la RSE, y sobre todo se afronta en la región, es necesaria en un momento inicial pero es muy coyuntural y tiene el riesgo de crear "perversas" dependencias. La Gestión Estratégica que considere los aspectos de la RSE en las decisiones de desarrollo del negocio, es estructural y un concepto que si permea en toda la organización en términos globales, siempre considerando las especificidades locales, permitirá consolidar liderazgos basados en la legitimidad demostrada por la fidelidad de consumidores y mercados financieros, y por extensión afectará a los resultados y reconocimientos. Es una tarea de largo plazo, pero que realizada con ciencia y con conciencia implicará a las empresas españolas en un proceso más constructivo que de seguro supondrá un "enriquecimiento" mutuo permanente.

Desde principios de los años 90 asistimos a un "hito" que marcará un antes y un después en la historia contemporánea de España: la apertura al exterior y la internacionalización empresarial, con un gran despliegue inversor que ha sido contemplado y destacado por su rapidez y por las posiciones alcanzadas con el mismo. En menos de una década pasamos de ser un receptor neto de inversiones, con amenazas constantes de absorción "hostil" de nuestras empresas más "punteras", operando en un mercado altamente competitivo y evolucionado como el europeo, a un inversor muy proactivo.
Y esa internacionalización tuvo en una primera etapa, un marcado carácter latinoamericano (alcanzándose la cifra record del 63% de la inversión extranjera empresarial española en la región latinoamericana en el año 99) que ha condicionado en gran medida el planteamiento de las estrategias de RSE de las multinacionales españolas, ya que gracias a ese gran esfuerzo inicial, las empresas españolas tienen una presencia casi "desproporcionada" (en términos positivos y con respecto al tamaño de nuestros país y sus recursos y en comparación con los competidores más cercanos).

Actualmente España es el segundo inversor mundial en Latinoamérica por detrás de EEUU, y es el primero de la UE, y a pesar de que el contexto en la región ha variado mucho desde los 90 (en términos socio políticos y económicos con graves crisis de por medio), la vocación de las empresas siempre ha sido de permanencia. Y es que es difícil resistirse a un "mercado natural" que proporciona una ventaja competitiva sin parangón, por el idioma y los vínculos histórico culturales que supone un mercado "potencial" muy próximo de unos 500 millones de habitantes.
Con estas cifras y antecedentes es fácil comprender y por tanto no discutir, que las empresas españolas tienen una incidencia muy importante en el desarrollo y producen impactos (positivos y negativos) económicos, sociales y medioambientales de importante calado en toda la región (mejora de la calidad, modernización de los productos y servicios, "bancarización") y que además presentan una particularidades de especial sensibilidad social al estar concentradas sus actividades en sectores con fuerte incidencia "ciudadana", al prestar en muchos casos servicios básicos a la comunidad: financieros, energéticos, telecomunicaciones, agua y que en muchas ocasiones proceden de privatizaciones, y que además están sometidos a intervenciones públicas y regulaciones estatales.

Pero por estas mismas razones a veces va acompañado su devenir en la zona de un cierto halo de "Nuevos Colonizadores"2 y que las hace más vulnerables al cuestionamiento de sus actividades ya que como escuché recientemente en Argentina "España siempre se ha llevado históricamente lo mejor de Latinoamérica" (Conquista, Emigración Española Retornada y ahora con los retornos de la internacionalización de las empresas españolas, principalmente en América Latina).
Todo ello hace plantear que más que nunca la RSE de las Empresas Españolas, tiene un papel muy estratégico y de gran potencial que jugar en la región.
Por una parte, para que se involucren en el desarrollo de los países donde se opera ya que casi todos los países presentan unos índices de desarrollo y desigualdad muy preocupantes, sobretodo en contraste con el buen comportamiento generalizado de las magnitudes macroeconómicas en los últimos años que no se traslada a mejoras en los ciudadanos de la región o como dice D. Enrique V. Iglesias- Secretario General Iberoamericano- "los ciudadanos de América Latina no sienten que su prosperidad esté unida a la prosperidad de las empresas".
Por otra parte, por el planteamiento de diálogo con las partes interesadas para la toma de decisiones que internalicen los impactos negativos y potencien los positivos, a fin de demostrar que las empresas españolas "ESTÁN en la Sociedad" donde operan, y no son ajenas a sus efectos y capacidades. La Legitimidad Social y la Coherencia Ética entre acciones y Mensajes globales y locales, es la clave estratégica para la permanencia efectiva. Ya no solo importan los resultados económicos, sino "todos los medios" con los que se consiguen, tanto presentes y como subyacentes.
La RSE entendida como una nueva forma de plantear los negocios y una nueva forma de relación empresa - sociedad, más participativa puede jugar un papel de facilitador y acelerador de la necesaria inflexión que precisan las economías de la región.

Las empresas españolas deben reconvertir las debilidades, desalientos, vulnerabilidades  en fortalezas (las rivalidades en complicidades) y deben integrar en sus objetivos de progreso en la zona, los marcos de referencia para el desarrollo del continente, e ir así en consonancia con las demandas y necesidades, para superar los históricos clichés de "reconquistadores". Se deben explorar nuevas fórmulas de relación empresa y sociedad, y ser creativos para dar credibilidad a los compromisos (mejoras de productividad de las cadenas de valor, empleo de calidad, capacitación, preservación del medio ambiente y apuesta por nuevos nichos de mercado basados en modelos sostenibles - compensación de emisiones, biocombustibles - medidas anticorrupción, evaluaciones por grupos de interés, estrategias de acción y comunicación sectorial).
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, extrapolados en cada país y en cada sector, son excelentes marcos, e instrumentos como las Alianzas Público Privadas6 son mecanismos que ofrecen un potencial de posibilidades de gran capacidad de cambio. Por esta razón desde la Fundación Carolina celebraremos el 20 y 21 de septiembre la II Conferencia Internacional de RSE, centrada sobre las Alianzas Público Privadas para el Desarrollo.

Es muy importante comprender y hacer comprender que la filantropía, con la que se asimila en muchas ocasiones la RSE, y sobre todo se afronta en la región, es necesaria en un momento inicial pero es muy coyuntural y tiene el riesgo de crear "perversas" dependencias. La Gestión Estratégica que considere los aspectos de la RSE en las decisiones de desarrollo del negocio, es estructural y un concepto que si permea en toda la organización en términos globales, siempre considerando las especificidades locales, permitirá consolidar liderazgos basados en la legitimidad demostrada por la fidelidad de consumidores y mercados financieros, y por extensión afectará a los resultados y reconocimientos. Es una tarea de largo plazo, pero que realizada con ciencia y con conciencia implicará a las empresas españolas en un proceso más constructivo que de seguro supondrá un "enriquecimiento" mutuo permanente.